Directora de Libres de Bullying y docente de la Diplomatura en Mediación y Convivencia Escolar.
Temen, escapan, soportan, disimulan, sueñan, esperan. Lo que esperan esos niños es que nosotros, los adultos, hagamos algo: no una respuesta concreta de alguien en particular, sino acciones que incluyan a toda la comunidad. Dos de cada 10 chicos en el mundo sufren algún acoso en la escuela
Los datos que surgen de las investigaciones en relación con el bullying son preocupantes. Muchos chicos, tanto en Argentina como en el resto del mundo, padecen ir a la escuela porque sienten a sus pares como peligrosos.
Temen, escapan, soportan, disimulan, sueñan, esperan. Lo que esperan esos niños es que nosotros, los adultos, hagamos algo: no una respuesta concreta de alguien en particular, sino acciones que incluyan a toda la comunidad.
A través del bullying , algunos chicos muestran su malestar. Es una estructura que expresa otra cosa, un síntoma que a la vez es causa de sufrimiento.
Creemos espacios en los cuales los chicos puedan probar y ensayar roles, interactuar de igual a igual, aprender nuevos modos de vincularse.
Corramos el foco de las “rarezas” o rasgos individuales que parecen justificar la exclusión para reivindicar en cambio el derecho a ser único y particular.
Nadie debería sentirse presionado a igualarse para disfrutar de su estar en la escuela.
Nadie tiene el derecho de obligar a un compañero a “bancar” bromas o insultos para ganarse un lugar.
Prevenir el bullying es una tarea que no puede estar supeditada a las decisiones macro. Si nos sentamos a esperar que se haga todo junto, se nos escapará la posibilidad de realizar lo pequeño, lo diario, lo accesible.
Ojalá se logre el abordaje integral ideal. Ojalá podamos acordar, sancionar y reglamentar leyes, llegar a todos los docentes y familias del país, construir un lenguaje común para sostener a los chicos. Mientras tanto, cada uno puede –y debe– hacer un poquito para prevenir el bullying
FUENTE: La Voz del Interior