En Aula abierta, en el marco de la Diplomatura en Mediaciòn y Convivencia Escolar de UNC-Arg., conversamos junto a Liliana Gonzalez (psicopedagoga, escritora y profesora especialista en clínica de niños y adolescentes) y María Zysman (Lic en Psicopedagogía y directora del equipo de diagnóstico, prevención e intervención @Libresdebulling).
El eje de la clase abierta realizada el lunes 29/3 fue la alegría del encuentro en la nueva dinámica escolar y el temor que despierta en la sociedad y en la comunidad educativa la incertidumbre de volver a clases ante una posible segunda ola de COVID-19.
La incertidumbre que presenta la pandemia y la virtualidad deberá tratarse desde varias perspectivas. Es cierto que se debe garantizar una presencialidad segura, donde todos los docentes se encuentren vacunados y las escuelas cuenten con las medidas adecuadas de protección; por otro lado también es necesario garantizar la conectividad en todos los territorios .
“Se habló mucho de la resistencia de los docentes a regresar a las aulas” comentó Zysman, ya sea por temor a enfermarse, por saber las condiciones en las que en muchos casos se trabaja, por la vida que el docente tiene por fuera de su trabajo y las emociones que conlleva trabajar frente a una enfermedad mundial.
La educación atravesada por el contexto actual genera desafíos que debemos reconocer para tratar y tenerlos en cuenta en el momento de abordar cualquier tipo de aprendizaje. Cuando aparecen los discursos sobre el retorno a la normalidad, se preguntan las especialistas ¿A qué normalidad deberían volver los chicos?
La alegría del encuentro se pone entre paréntesis al ver la incertidumbre de este nuevo año, “Me encantaría que la escuela en lo presencial además de ser atenta a las emociones, lo lúdico y lo artístico, pueda estar atenta a que, lo que sea virtual ,sirva para lograr una autonomía en los chicos y que no necesiten de los papas para que les vuelvan a explicar todo” comentó González.
Algunos de los desafíos integraron a los padres que debieron pasar tiempo con las tareas de sus hijos, ayudarlos y en ese punto reconocerlos como son en aula y cuáles son las dificultades que tienen; para los alumnos también fue un descubrimiento de que necesitan la sociabilidad que brinda la escuela y si hubo algo que se recuperó en esta situación fue la importancia del rol del docente.
A nivel Institución, la pandemia puso en evidencia situaciones de la escolaridad que ya no estaban funcionando y, en muchos casos aceleró los procesos de reconocimiento de esos errores.
Por ejemplo, un problema que tenía la vieja escuela era la repetición de contenidos. Ese activismo pedagógico de tener que cumplir a rajatabla con el currículum, explica Zysman, ya caduco. “Hoy debemos replantearnos qué enseñar y por ende qué quiero que los alumnos aprendan eso, identificando los aprendizajes significativos del currículum”
Repensar la escuela que teníamos y la escuela que tendremos es el desafío que tenemos como comunidad educativa,una escuela que con la virtualidad no pierda la transmisión de alegría.
Este año se debe poner el acento en que la prioridad es el encuentro, atender a las individualidades si fuera necesario, lograr una retroalimentación. Nada se pierde del currículum si los contenidos se acuerdan entre docentes, se prioriza lo importante y aquello que no se logre podrá recuperarse el otro año, acuerdan las especialistas, reflexionan las psicopedagogas.
“La escuela no es la misma y los chicos tampoco son los mismos, vernos con barbijo en las calles, darnos los codos, educarnos emocionalmente para no entrar en contacto físico fue un verdadero aprendizaje” argumentó Zysman. Esto, también con la contribución de los medios de “culpabilizar” a las juventudes como vectores de contagio, también debe ser contenido por el ámbito educativo.
Algunas recomendaciones
- Que se enseñe lo esencial, que se brinden, herramientas para trascender los conceptos, los temas.
- Dar consignas que le permitan a los y las estudiantes mayor autonomía.
- Que la emoción que predomine este año, sea el encuentro con el otro.
- Volver a recuperar el cuerpo y la voz en el aula.
- Trabajar con proyectos interdisciplinarios donde interactúan distintos docentes para poner en práctica el pensamiento que “me lleva al hacer”.
Referirnos a la alegría es hablar del encuentro de las emociones con el alumno transmitiendo esperanza y sobre todo la pasión para desde allí conquistar y reconectarnos con el deseo de aprender.
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